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Carro vacío

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El Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio nace en 1970 por la intuición y la voluntad de servicio de Monseñor Cándido Rada, Obispo de Guaranda, quién fue acompañado en su iniciativa por un grupo de laicos y sacerdotes comprometidos con el cambio del Ecuador.

La provincia de Bolívar, de la cual Guaranda es capital, en aquel tiempo, era la provincia más pobre de la Sierra del país. Tal vez lo siga siendo ahora también.

Después del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962-1965) y de la Encíclica Populorum Progressio (1967). Monseñor Rada observó con nuevos ojos la realidad de la pobreza rural de su diócesis y de todo el Ecuador y sintió la necesidad de dar respuestas concretas a las esperanzas de los campesinos.

Quería en particular combatir dos grandes males: la usura que ahorcaba a todos quienes caían en mano de los usureros y la escasa producción de los minifundios, causa principal de la pobreza de los minifundistas.

Monseñor Rada fue hombre de decisiones y de acción. En diciembre de 1958, seis meses después de haber llegado a Guaranda como Obispo, ya entregaba los primeros títulos de propiedad a los posesionarios de las tierras de la hacienda Matiaví, que pertenecía a la diócesis. Fueron beneficiadas 1200 familias en un proceso pacífico, que anticipó la Ley de Reforma Agraria (1964) y la decisión de las otras diócesis ecuatorianas de entregar las tierras a los campesinos (1967).

En 1961 construye en San Simón el Centro Polivalente de Capacitación de la Mujer indígena y campesina. ¿Quién hablaba de la problemática de la mujer en 1961? ¿Quién pensaba que la capacitación era un instrumento para resolverla? Tres años después en la Liria pone a funcionar otro centro para la experimentación y demostración de nuevas prácticas agropecuarias.

Comenzando desde Simiátug en 1970, trae a su diócesis los voluntarios Italianos de la Operación Mato Grosso que ya prestaban servicios en Morona Santiago. Seguidamente llegarán a Salinas (1971), Facundo Vela (1973), Cuatro Esquinas (1978) y otras provincias del país (Cotopaxi, Pichincha, Chimborazo, Loja, Esmeraldas, El Oro y Manabí).

Lo mismo hizo con voluntarios Norteamericanos, Austriacos y Alemanes.

La fundación del FEPP comenzó a fraguarse en 1968, cuando el Papa Paulo VI en Bogotá volvió a repetir el llamado de la Encíclica Populorum Progressio: que en cada país, reduciendo los gastos militares, los gobiernos constituyan un fondo especial destinado al desarrollo de la población más pobre. Esta tarea debía tocar al poder público, pero Monseñor Rada la enfrentó desde su responsabilidad pastoral y social, porque aquí en el Ecuador, como en la mayoría de países católicos, los gobernantes (muchos militares en aquel entonces y en la década siguiente) hicieron oídos sordos al llamado del Papa.

Según las actas que tenemos en el archivo del FEPP, las primeras reuniones se dieren en 1969 y el proceso terminó el 22 de julio de 1970 con la personería jurídica del FEPP. A Monseñor Rada le gustaba subrayar que el FEPP es “fondo” y no “fundación”. Evidentemente según su visión el concepto de fondo contenía implicaciones operativas más evidentes que el concepto de fundación. El nombre “Populorum Progressio” se debe al impacto que le causó la Encíclica de Paulo VI (hay tres textos subrayados y anotados de puño y letra de Monseñor) y al interés que tenía por la doctrina social de la Iglesia.

Al final de su servicio episcopal en Guaranda (1980), se retiró en el Huayco, donde se dedicó a construir el Santuario de María Natividad del Huayco porque, como decía, los pobres necesitan también rezar, no solo trabajar y producir.

Para un hombre tan dedicado al trabajo, la atención al espíritu es una muestra de su integridad.

Monseñor Rada se enfermó de manera irreversible en el mes de septiembre de 1992 en Santo Domingo de los Colorados, durante el encuentro anual del personal del FEPP, al cual participó con mucho ánimo y alegría.

Tuve la suerte y el dolor de asistirle durante toda la mañana del 22 de septiembre mientras poco a poco perdía el habla y el movimiento, pero no la conciencia. Me repitió por lo menos 10 veces, sabiendo que el resto del personal estaba reunido para tratar los problemas institucionales: “Bepi, anda a trabajar”. Puedo afirmar que fueron sus últimas palabras pronunciadas con la boca y son un mensaje para todo el FEPP: nuestro fundador quiere que trabajemos.

Monseñor Rada falleció el 7 de agosto de 1995, después de casi 35 meses de una enfermedad que lo tuvo paralizado y sin habla, pero consciente: una larga purificación que le abrió las puertas del cielo y que fortaleció la misión, la visión, la unidad y la base ética del FEPP.

Monseñor Rada expresaba su riqueza interior y sus pensamientos con anécdotas y dichos como los siguientes.

“En el camino se ajusta la carga”. “El bien hay que hacerlo bien”. “El bien que yo hago a alguien, nadie me lo quita”. “La carreta que se mueve es la que tiene un buen burro adelante para halarla”. “A mí, árbol viejo, no me pidan frutos: pero una buena sombra si la puedo dar”, “Fundé el FEPP porque en mi vida siempre he creído más en la fuerza transformadora de la acción, vivificada por la Palabra de Dios, que en la fuerza de los discursos”.

Este recuento de algunos aspectos de la vida del fundador del FEPP tienen el objetivo de indicar como sus palabras eran complementadas por la acción, para hacernos comprender el valor y el sentido del trabajo y provocar cambios en la vida de las personas y en las estructuras de la sociedad.

José Tonello

Orientaciones 2004

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